El
teatro barroco
El
teatro era el género más popular de la época. Todos los estratos de la sociedad
podían disfrutar de este gran espectáculo que incluía actos previos e
intermedios con música, canciones y farsas. Las obras se escribían para ser representadas
y recién se imprimían cuando ya se habían “gastado” sobre el escenario.
El
público, en general, disfrutaba del teatro en los “corrales”: teatros armados
en los patios entre edificios vecinos. En el fondo se situaba el escenario con
puertas laterales y posteriores, y una o dos galerías para representar escenas
en distintas alturas. No había telón, y la escenografía era muy básica y
esquemática, de modo que los espacios se creaban por medio de la palabra. Al
frente y a los dos costados del escenario estaban las localidades; las de pie
en el patio eran las más baratas; las de las gradas y galerías variaban en
precio y eran para el público más pudiente. Las funciones se hacían de día,
porque no contaban con luz artificial para iluminar todo el corral.
Dado
el carácter masivo del público, el escritor se veía obligado a escribir para
dejar contentos a todos los estratos sociales. Tenía que mantener a todos
atentos y a gusto, ya que un público aburrido o disgustado podía arruinar la
presentación.
También
se representaba en los palacios reales o de nobles importantes. Aquí el público
estaba formado por reyes, nobles y cortesanos. La representación solía ser más
lujosa.
Para
las fiestas religiosas se organizaban sobre carros en las plazas o en otros
espacios públicos, obras de carácter teológico en un acto, llamadas “autos
sacramentales”
El
teatro de Calderón.
Calderón
fue un gran representante de la última parte del Barroco en el cual el
sentimiento dramático de la vida y la visión compleja del mundo se
profundizaron, por lo cual imprimió en sus obras un tono trágico. Además de adoptar todas las actualizaciones
del teatro de la época, buscó la perfección estructural y la estilización
dramática. El discurso de Calderón tomó la forma de un razonamiento filosófico.
La
vida es sueño.
Esta
obra, publicada por primera vez en 1636, reelabora una serie de relatos de
tradición oriental y occidental que tratan los temas del poder de los
horóscopos y la relación entre la vida y sueño.
El
rey Basilio ha mantenido a su único hijo, Segismundo, encerrado en una torre
desde su nacimiento, porque el vaticinio de los astros anunciaba que sería un
tirano y que destronaría a su propio padre. El joven príncipe no conoce su
identidad ni comprende su falta de libertad. Su padre lo pondrá a prueba y, a
lo largo de la obra, Segismundo deberá transformarse heroicamente para vencer a
los hados y para mostrarle a su padre el error cometido.
El
libre albedrío, otro de los temas de la vida es sueño, es la capacidad del
hombre de decidir los caminos de su vida. Quienes confiaban en el poder del
libre albedrío sostenían que el hombre podía torcer cualquier mala inclinación
y sobreponerse a las adversidades por medio de sus buenas elecciones.
La
obra consta de tres actos o jornadas. La primera jornada, que tiene ocho
escenas, se desempeña como contextualizador (es decir que en ella se presentan
a los personajes y la ubicación espacio-temporal de la historia). En la segunda
jornada, que tiene diecinueve escenas, aparece el conflicto, nudo o problema. Y
en la tercera jornada, de catorce escenas, tiene lugar el desenlace o
resolución.
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